En seguridad, como en tantos otros ámbitos, el punto más débil suele estar justo donde menos se mira. No en el último firewall instalado, ni en el perímetro cifrado, ni siquiera en el sofisticado sistema de detección de amenazas. A menudo, la grieta está justo en la puerta de entrada: un acceso sin proteger, una contraseña débil, un descuido aparentemente trivial.
Los datos hablan por sí solos: el 80% de las brechas de seguridad tienen su origen en credenciales robadas o comprometidas. Y eso no ocurre solo en grandes empresas, ocurre cada día, en empresas como la tuya. Es aquí donde tecnologías como IBM Verify adquieren un papel fundamental. No como una solución mágica, sino como una forma madura de asumir que la identidad digital necesita algo más que confianza. Necesita verificación.
El acceso ya no es un punto, es una red
Las organizaciones actuales han dejado de tener un solo punto de acceso. Hoy se entra al ecosistema de una empresa desde múltiples lugares: aplicaciones en la nube, plataformas de gestión, entornos compartidos, dispositivos personales, portales web. Cada uno de esos accesos es, en sí mismo, una puerta. Y cada puerta, una responsabilidad.
Proteger el acceso al ERP, al CRM o a cualquier sistema de gestión es proteger el corazón mismo del negocio. No se trata solo de evitar robos de información. Se trata de evitar errores, sabotajes, accesos involuntarios o manipulaciones que alteren el funcionamiento normal de una organización.
Trabajar desde cualquier lugar implica proteger desde cualquier lugar
La transformación digital trajo consigo nuevas formas de trabajar. El teletrabajo, los dispositivos móviles, el acceso en movilidad ya no son una excepción. Son la norma, pero ese nuevo escenario también nos obliga a repensar la seguridad. Porque el perímetro ya no está definido por una red física, está definido por los hábitos del usuario, por el lugar desde el que se conecta, por el tipo de dispositivo que usa.
Autenticarse desde casa, desde un tren o desde otro país ya no debería ser un riesgo, pero no es posible garantizarlo solo con una contraseña. Aquí es donde entra en juego una autenticación que considere el contexto, que adapte el nivel de exigencia según el escenario, que verifique sin molestar.
Las personas como primer vector… y como primer escudo
En portales de clientes o de empleados, en intranets o en cualquier plataforma de autogestión, hay un componente fundamental: la confianza. Cada vez que una persona accede a un entorno digital que lleva tu marca, confía en que ese espacio es seguro. Pero la seguridad no se percibe hasta que se pierde. Añadir una segunda capa de autenticación, como hace IBM Verify, no solo mejora la protección: mejora también la percepción de profesionalidad y cuidado.
Cumplir no es solo marcar casillas
Las normativas como GDPR, NIS2 o los estándares de ISO 27001 no están pensadas para complicar la vida de las empresas, aunque a veces lo parezcan. Están ahí para poner orden, para marcar un mínimo común de prudencia. Disponer de una solución que registre cada acceso, que permita auditar comportamientos y que pueda demostrar que se han tomado medidas técnicas razonables no es solo una cuestión legal, es una cuestión de responsabilidad. Y en ese ejercicio de responsabilidad, herramientas como IBM Verify se vuelven aliadas silenciosas, pero imprescindibles.
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